Ya han pasado quince años desde que la tragedia ocurrió. El pueblo élfico y humano estaban aliados; yo apenas tenía doce años y aunque muy pocos lo recuerden, ésta es una historia que nunca olvidaré. Los elfos y humanos estaban aliados se ayudaban, eran amigos: era tan hermoso.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo desde que eso se acabó. En aquel entonces yo tan solo era un pobre niño elfo que lo único que hacía era jugar con sus dos mejores amigos humanos: Artyon y Kazuki; y, obviamente, a pesar de ser de distintas razas nos llevábamos de lo mejor. Corríamos por la Plaza Central, jugábamos a las escondidas por el pueblo...Pero, un día, a Artyon se le ocurrió salir a las afueras de la ciudad.
Nuestro territorio estaba protegido por los guardianes, unos elfos que yo admiraba mucho por sus impresionantes habilidades de arquería. Yo con mucho miedo le respondí:
-¿Estás loco, Arty? Sabes que no podremos salir de Filia hasta que tengamos 18 años
Pero él, con su gran sentido del humor, no le dió mucha importancia a lo que dije. Intenté detenerlo, pero era obvio que él estaba seguro de lo que hacía. Tomó mi brazo y tiró de mí hasta llevarme por un pasadizo en las afueras.
En ese momento creí que moriría. Mi tío se molestaría mucho de tener a un sobrino maleducado.
-Tranquilo Snaar,- me decía Artyon sonriendo.
Yo seguía pensando en mi tío, en como me mataría si se enterara; yo sabía que esto terminaría mal, Pero igual decidí seguirlos. Kazuki nos seguía: él era muy tranquilo, casi nunca se metía en líos. No sabía por qué estaba allí. iba detrás nuestro con las manos en los bolsillos y la mirada gacha. Al lograr pasar el túnel que nos llevaba a las afueras de Filia, me quedé petrificado observando el extraño paisaje:
bosques frondosos, muchos animales que no conocía, pantanos inacabables, lagos infinitos; me sentí libre por primera vez.
Decidimos detenernos en un bosque ya algo más lejos de Filia.
-Un bosque,- Artyon gritó entusiasmado. -¡Miren chicos. por allí sigue, vamos!
Yo no quería ir más lejos de lo que ya estabamos, a pesar de que sabía que cuanto mas lejos fuera mas cosas encontraría. Vi a Kazuki; él estaba agachado mirando una pequeña ardilla que andaba merodeando por el bosque. Como noté que estaba ocupado, lo dejé y me escabullí por donde había ido Artyon. Pero, al cruzár los árboles que llevaban a una zona iluminada...
-¡¡Arty!!- grité.
Ya era muy tarde. El bosque llevaba a un gran acantilado con un enorme precipicio y en la punta de éste, estaba mi amigo Arty. Llegue a notar que estaba poseído por un tipo de espectro negro. Me recordó demasiado a los espectros de los cuentos que me contaba mi Tío de pequeño, los de las brujas.
Sin poder creerlo noté que había una de ellas estaba flotando en el precipicio frente a Arty. Corrí lo más que pude para poder detenerlo pero no logre llegar a tiempo. Cuando quise agarrarlo, cayó.
No podía creerlo: mi mejor amigo había muerto frente a mis ojos y yo no pude hacer nada para detenerlo, y la pena me invadia más y más. Me arrodillé sobre el acantilado y con mis ojos fijos en el avismo grité lo mas fuerte que pude su nombre.
Kazuki, quien estaba distraído al ver las afueras de Filia oyó mi grito y rápidamente se acerco por el bosque.
-¡¿Qué sucede?!- gritó acelerado.
-Kazu... Ar... Arty...- tartamudeé al intentar contarle lo sucedido..
-¡Qué has hecho! ¡maldito elfo! ¡Has matado a mi mejor amigo!
-Ka... Kazuki, nn... No...
-¡Me las vas a pagar maldito elfo! ¡Morirás! ¡Te lo aseguro!- gritó enojado Kazuki mientras le lloraban los ojos.
Yo traté de explicarle pero el miedo que tenía dentro era enorme y cuando me decidí me di cuenta que Kazuki ya estaba corriendo hacia Filia.
-¡¡por qué!!-grité mientras que la luz de la luna brillaba sobre mí.
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